Saltaron, sin ver hacia dónde se dirigían. El abismo los
recibió con su abrazo oscuro y fresco, y el suelo, cientos de metros debajo, se
fue acercando cada vez más rápido. No podía dejar de correr, cuando lo
intentaba parecía que algo lo empujaba para adelante cada vez con más fuerza,
desde el mediodía que estaba pasándole eso y ya le dolía todo el cuerpo, en
cualquier momento iba a caer inconsciente y eso sería casi un alivio. Disfrutaba
del efluvio que llegaba a su nariz cuando hacía crucigramas sentado en el
inodoro. Como siempre, el rollo de papel higiénico estaba vacío. Probó el bidet.
Nada. "¿Y ahora?", se preguntó. Suspiró hondo y puso manos a la obra.
El enchastre fue apocalíptico. Mucho después de estos sucesos, todavía seguían
encontrando restos desagradables. El último fue en una esquina del techo. Una
esquina del techo, donde posaban las cansadas estrellas de mi niñez, cargadas
de la luz del día y de pasado, ese vértice... el camino de mis sueños
nocturnos. Luego no puedo volver a dormir en toda la noche, se limito a
quedarse sentado mirando la oscuridad. Percibió el vacío a su alrededor y ese
frío que le carcomía el alma. Recordó las tardes de verano donde los
interminables debates con su primo sobre lo factible de la existencia del alma
se prolongaban hasta entrada la noche. No es una persona sensata, equilibrada. Me
quedé mirando las olas rompiendo en la orilla, sumida en la más profunda calma,
escuchando ese cantar como de sirenas, recordando aquella vez ... En ese
cementerio indio. Lo que habían hecho no tenía nombre, y no solo eso... También
tenía mas vida que Cerati, en la gloria de Francisco.
Todas las noches de verano desgarraba las sábanas de su cama
vacía soñándose vencedora, en la aplicación de su enorme sabiduría erótica, de
la resistencia de aquellos hombres condenados de por vida al celibato; pero
siempre había fantaseado con sacerdotes u obispos, y esta era la primera vez
que sus sueños húmedos tenían como protagonista al Papa. El Papa, decidió que
ese día se iba a escapar de la custodia, (como lo había hecho tantas veces), se
iba a dar una vueltita por el colegio de los chicos, quería ver a uno en
particular, quería ver la expresión de su rostro.... ¡era tan pequeño! tan
deliciosamente pequeño..! sus manitas! retorciéndose sobre la almohada, su
boca, q no había podido gritar.. o por la sorpresa o por el desencanto… y sus
ojos... toda la ternura y el amor que había hasta ese momento ¡plop! se había
esfumado, y había visto en su mirada una mezcla de miedo, incredulidad y
dolor.. Sabia que la única forma de
aliviar el dolor era acariciar su peluche de Mickey Mouse antiguo hasta el
amanecer. “Non est in tu te honorificientia populi nostri”, leí al entrar al
mundo medio. Y con un símbolo de plata en su casco, asintió. Estuviera o no de
acuerdo con las decisiones de su maestro, ella estaría a su lado. Alzo el brazo
hacia arriba e hizo que surgiera una esfera en el centro del salón. De
inmediato la esfera comenzó a brillar y empezaron a aparecer las imágenes de la
civilización perdida. No sabían donde se encontraban, todo era nuevo para
ellos: el color del cielo, la espesura del aire… todo tenía forma de triángulos
y un extraño brillo… criaturas fantásticas les rodeaban y llegaban de todos
lados, el miedo los invadía y bloqueaba sus mentes… ¿Dónde estaban? ¿Adónde llegarían?
¿Estos eran los lugares que ellos conocían? ¡¡¡NO!!! ¡¡Era imposible!!
Simplemente estaban en camino a las nuevas tierras, las de la civilización
perdida... La que había visto en el mapa hallado en el sótano de los Salcedo.
Por momentos consideraba la idea de desistir del proyecto y mandar todo para al
diablo, pero era mucho el camino que había recorrido para llegar allí, y eso,
más que cualquier cosa, lograba que pusiera un pie delante del otro y
prosiguiera. Y allí estaba, de pie sobre la colina observando el valle
escondido que se extendía ante él como salido de un sueño. Pero no era sueño ni
alucinación, sino la mas cruda realidad. En ese momento deseo morir, así que
tomo su almohada, se abrazo a ella y dándole la espalda a aquello que no quería
enfrentar se dispuso a dormir esperando no volver a despertar.
No volver a despertar... ese era el miedo que tenia todas
las noches al irse a dormir. Por eso no dormía. Hacia 2 semanas que no dormía
de noche, solo tomaba siestas cortas por la tarde, sin miedos. Se estaba
volviendo loco. Había adelgazado 15 kilos y estaba irreconocible. Todo por
culpa de ese miedo. De ese maldito miedo a no volver a despertar. Se miedo que
solo el sabia que tenia. No se había animado a contárselo a nadie, no quería
que nadie se burlara de él. Sus burlas, cada cierto tiempo oía esas risitas en
la oscuridad, miles de ojos devorándolo en las tinieblas, pero lo pagaron y muy
caro, en el fondo del cajón del escritorio guardaba los gritos de suplica de
los arrepentidos compañeros que lo llamaron gordo. El solo miro con gran
tristeza la crueldad de los corazones, cambiaron la belleza externa con una que
muere día a día. Ahora, con el sol oscuro poniéndose a sus espaldas, comprendió
lo que la anciana le había dicho aquella vez, cuando apenas era un crío
inocente e indefenso. Nada lastima más que las palabras. Ni siquiera las armas.
PARTICIPANTES:
1.Patricia Porta
2.Mauro Vargas
3.Adrián Granatto
4.Esteban Dilo
5.Camila Carbel
6.Emi Barrionuevo
7.Florencia Saade
8.Cristina Garcete
9.Ivana Torres
10.Nati Lou
11.Juan Esteban B.
12.Laura Fonseca
13.Leonardo Lamas
14.Daniela Santana
15.Lariita Luna
16.Sadie Uribe
17.George Valencia
18.Paola Ruiz
19.Caterina di Candia
20.Arturo Melita Barra
21. Pako Becerril
22.Ultraman Sesenta y Tres Libros
23. Matías Raña
POSTERS:
Adrián Granatto
Matías Raña